miércoles, 31 de octubre de 2012

Guadalupe Posada

José Guadalupe Posada nace en un año (1852) impactado por el “cólera chico”, una crisis más de subsistencia, de epidemia y hambruna que agobiaron a la población de Aguascalientes durante todo el siglo XIX. Este vínculo entre la obra de Posada y las crisis de subsistencia poco se ha realizado, pero sin duda la infancia de  Posada en un antiguo pueblo de indios  cercano a la ciudad  de Aguascalientes estuvo marcada no sólo  por “ese terror a las sombras” o a lo sobrenatural,  de acuerdo al grabador Díaz de León, sino también por el terror y, como una forma de transgredirlo, por la ironía frente al mundo de los muertos.



El arte macabro está vinculado estrechamente al mundo moderno, a la conciencia individual y a la libertad creativa, que integra la ironía y el sarcasmo  no sólo ante la muerte sino también frente a las diferencias sociales y a las tragedias personales o colectivas. De ahí la modernidad del “mito” Posada.

Guadalupe Posada es creador de las populares caricaturas de calaveras, que satirizaban la imagen de personajes que vivieron en la época en que Porfirio Díaz gobernó México. Políticos, revolucionarios, bandoleros y personajes de la burguesía porfiriana, son parte de las caricaturas más reconocidas de Posada y  es más que un símbolo nacional, posee sin duda una dimensión internacional  por lo cual  las visiones estrictamente nacionalistas  son hoy insuficientes.


Si bien Posada no es el crítico de la dictadura que los grabadores de la Gráfica Popular reconocieron, la veta política se encuentra desde su formación original en el taller de José Trinidad Pedroza  en  Aguascalientes, lo cual se expresa en sus “primicias litográficas”, además de ser el motivo de su cambio a la ciudad de León, Guanajuato, en el año de 1872. La prudencia  con la que trataría la crítica política, que no abandonaría, marcaría sus posteriores trabajos.

La llegada al taller de Antonio Vanegas Arroyo en la Ciudad de México detonó la creatividad y originalidad  de Posada, a través  de una práctica común de los impresores: ilustrar las hojas sueltas en donde se informa de los casos raros, de los demonios que azotaban a la población  en una crítica social saludable, de los dramas de la miseria (la ira, la avaricia, etc.), de las posibilidades del amor, en fin de las calaveras que le han dado a Posada un lugar especial en la historia social del arte y que nutrieron las vanguardias de la primera mitad del siglo pasado.














Fuente:
 http://www.aguascalientes.gob.mx

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